Albarranch Blasco, Vicente
Lugar de nacimiento:
Elche
Fecha de nacimiento:
1899
Lugar de muerte:
Reformatorio de Adultos de Alicante
Fecha de muerte:
1940
Profesión:
pintor
Biografía:
ALBARRANCH BLASCO, Vicente
(Elche, 1898 - Reformatorio de Adultos de Alicante, 1940). Hijo de Vicente
Albarranch Serrano (1864-1931) y de Francisca Blasco Jaén (1865-1950). Hermano
mayor de Francisco (1902-1963). Falleció recién iniciado el régimen
franquista en el ámbito nacional, víctima de una incomprensión absoluta que ya
se verá más adelante. El padre fue un reconocido pirotécnico, creador del
famoso fuego artificial la Palmera de la Virgen. Inició los estudios primarios,
pero en casa había necesidad de trabajar, primero se colocó en un almacén de
complementos de alpargatas y calzado, después fue ayudante de un abogado, y
finalmente, al quedarse sin empleo decidió apuntarse a la Legión como
voluntario y de paso cumplir con el Servicio Militar. En Marruecos estuvo unos
cuatro años, durante los cuales aprendió árabe. Por una fotografía dedicada a
sus padres, enviada desde Larache el 3 de octubre de 1915, sabemos que cada
diez días cobraba dos pesetas por sus honorarios de soldado; su sobrina Vicenta
Albarranch conservaba esta fotografía y muchas más, junto con otros recuerdos
de su tío, del que siempre estuvo atenta para reivindicar su memoria. Por esta
época hizo sus primeros dibujos, a lápiz y plumilla, representando pequeños
paisajes ilicitanos y marroquíes; después en Granollers siguió dibujando, hizo
caricaturas y, para la portada de Il.lustració Vallesana,
unas ilustraciones con figuras femeninas. En 1920 regresó a Elche, se
relacionó con el grupo que componía el periódico semanal El
Cervantino, entre cuyos redactores estaba el poeta José Peral
Vicente. Su colaboración fue bastante efímera, pero tenemos la oportunidad de
comprender el sentimiento que le infundía la naturaleza: “el viento continuó el
idilio sublime filtrando oleadas de azahar purísimo”. Esta actividad literaria
que también ejerció en Granollers, no la mantuvo durante mucho tiempo y acabó
abandonándola. Insatisfecho de su situación laboral marchó a Barcelona;
vendió alpargatas en la tienda de un tío suyo y aprovechó los mercadillos
semanales de los pueblos colindantes para ampliar las ventas, así conoció
Granollers. En este pequeño pueblo del Vallès Oriental catalán, se estableció y
la suerte empezó a sonreírle, tenía unos 23 años. Granollers disfrutaba de una
saludable situación económica gracias a su fuerte arraigo en los productos del
campo y a un desarrollo industrial, textil sobre todo, que cambiaría el ámbito pagès,
sin llegar a transformarlo completamente. En el mercado de Granollers, se
celebra todos los jueves, situado en los aledaños de la “Porxada”, Vicente
Albarranch vendía alpargatas. Tenemos noticias de su asentamiento: “montando
entonces un negocio de alpargatería actividad que tuvo que dejar, ejerciendo
entonces de Zapatero en un taller de la Plaza de José Antonio, más tarde trabajó
como albañil y seguidamente ingresó como escribiente en el Registro”,
(Diligencias Previas de su informe carcelario en 1940). Su trabajo en el
Registro de la Propiedad le dio la estabilidad económica que buscaba y su
matrimonio la mejor satisfacción personal. Casó con Isabel Planxart, mujer
menuda, fuerte de carácter y amable, con unas manos para bordar extraordinarias
como recuerda todo el mundo que la conoció. Isabel admiraba a su marido y lo
ayudó siempre a lo largo de su carrera de pintor. Luego, viuda y sin bienes, ya
que se los confiscaron al acabar la guerra, aunque posteriormente le fueron
devueltos, supo defenderse cosiendo por encargo. Se conserva en el Archivo
Histórico Municipal de Elche una fotografía de ambos en viaje de novios a Montserrat,
de 1925. Yo la conocí en Barcelona en 1984, vivía en una residencia de ancianos
muy cerca de Las Ramblas. Era una mujer menuda, de piel fina y blanca. Cuando
la visité había perdido la memoria. El matrimonio se instaló en una vivienda de
planta baja y dos pisos; en el segundo de ellos Albarranch instaló su estudio,
aquí organizaba tertulias con los amigos. En 1928 viajaron a París viaje
propiciado por el pintor para conocer la pintura impresionista. Su fisonomía
destacaba especialmente por sus ojos claros y una reluciente calvicie aliviada
con abundante pelo ensortijado y patillas, las fotos de la época y las
caricaturas nos lo presentan con lazo de lunares anudado al cuello de la
camisa. Con su esposa tuvo a su más fiel colaboradora, tanto que le confiaba a
ella la venta de sus cuadros cuando alguien se interesaba en comprar pues él se
desentendía totalmente del precio y no le gustaba vender. Con frecuencia
regalaba a familiares y amigos. Hoy en día es difícil saber el paradero de
muchos de sus cuadros. Es ahora cuando se consagró plenamente a la
pintura. Acudía todas las mañanas al Registro de la Propiedad, y por las tardes
pintaba en su estudio; por las fotografías podemos darnos una idea de su
imagen: lazo muy amplio anudado al cuello, largas patillas y pronunciada
calvicie. Los amigos le hicieron retratos y caricaturas, todas las caricaturas
acentúan su calvicie, su espesa melena y su lazo al cuello. El domingo lo
dedicaba todo el día para pintar, iba al campo atraído por los colores del
paisaje vallesano, muy distinto a los huertos de palmeras de Elche. Que la
naturaleza le entraba por los ojos y el corazón, se notaba en cómo expresaba
esos sentimientos “dejando una estela de carmín y naranja en la inmensidad del
vacío”. Se integró en el medio artístico local y puede decirse que de su grupo
de amigos surgirá y se desarrollará el núcleo plástico de Granollers. Artistas
como el ceramista Antoni Cumella y el pintor y dibujante Francesc Serra,
contribuyeron a forjar la moderna historia del arte en Granollers. Asimismo
recordemos otros nombres, el del dibujante Josep Escobar, más tarde famoso
dibujante de cómics creador de Carpanta y Zipi y Zape, y el
del fotógrafo Josep Masana, pionero en la especialidad publicitaria española.
La ciudad no contaba con otros antecedentes pictóricos modernos, pero sí se
enorgullecía de haber dado buenos músicos. Albarranch fue querido y aceptado.
Su primera “galería de arte” fue el escaparate de la tienda de confecciones Cal
Gras, el pequeño cuadro Campoevidencia su
inconfundible estilo en el empaste y el tratamiento fuerte de los verdes, es un
paisaje con casa, árboles y cadena montañosa al fondo, estos primeros paisajes
destacan por una composición muy frontal y centrada. La oportunidad se
presentó con la exposición de autores locales en el Casino se pretendía dar a conocer la nueva
generación de jóvenes pintores; “la primera exposició d´artistes locals”,
fueron cinco: Vicenç Albarranch, Joan Cuch, Pere Iglesias, Josep Escobar,
Francesc Serra. Los cuadros de Albarranch gustaron desde el principio, en otra
exposición colectiva por la comarca sus cuadros llamaron la atención de
Santiago Rusiñol. En la clausura contaron con la presencia de Bonaventura Puig
Perucho pintor barcelonés que ejerció un ocasional magisterio entre los jóvenes
pintores. Poco tiempo después en La Gralla (12 novembre 1933) se escribía “De
temps ha que assistim, tots joiosos i esperançats, a aquest magnific
infantament. Alhora que la ciutat anava engrandint-se i embellint-se, ens
haviem dolgut mantes vegades que a Granollers -terra de músics- no hi havia
florit l´art en cap altra de ses manifestacions”. De esta primera etapa es su envío a Elche del
cuadro Boires (Nubes) para el
concurso de la Federación de Sociedades,
es un paisaje de la serranía del Vallès Oriental. Ya sabemos que le dieron el
primer premio, en el jurado estaban los pintores Mariano Antón Heliodoro
Guillén. Sus compañeros de trabajo del Registro de la Propiedad se alegraron
del premio y organizaron una comida en el hotel Europa, preparada por el
renombrado señor Parellada. La Gralla, que
comentó el homenaje, lo ilustró con una caricatura de su cabeza, realizada por
Escobar. Hacia 1929 trabó amistad con un aspirante a pintor que lo admiraba
incondicionalmente, era Hilari Brugarolas, el cual como un lazarillo lo
acompañaba en sus salidas a la campiña para pintar. Según recuerda Brugarolas,
iban con frecuencia a Cal Arenas con el Ford descapotable de Albarranch, a
veces les acompañaba el pintor Puig Perucho que venía de Barcelona. También
recuerda que en esa época Albarranch aprendía a escribir en catalán y que le
gustaba mucho la pintura de Joaquim Mir y de Joaquín Sorolla. Conocí a
Brugarolas en Toulouse, en diciembre de 1986; exiliado, estuvo en un campo de
concentración durante 20 días; era un anciano fino y hospitalario, y aunque
delicado de salud gozaba de una excelente memoria, vivía con su mujer en un
pequeño piso de la periferia, se le notaba una innegable veneración por su
maestro. Pintor de paisajes, expuso con frecuencia en esta ciudad francesa. La
señora Brugarolas, entró como asistenta a finales de 1932, en casa de los
Albarranch para cuidar de Maribel, la hija que acababan de adoptar de tres
años. Aquí conoció a su marido Hilari Brugarolas. Maribel se había quedado sin
padres y fue para ellos, después de siete años de matrimonio, una auténtica
bendición; Albarranch pintó frecuentemente a la hija y a la esposa. Su
actividad fue constante, le interesaba la pintura desde luego, pero también
otros temas relacionados con la cultura. Empezó a coleccionar obras de arte con
el fin de donarlas a un futuro museo, así por lo menos se había hablado en las
reuniones que mantenían los amigos en su casa. El empujón moral que les dio la
exposición en el Casino les dio fuerza para tal empresa. En una Acta municipal (1932) se dice que la
creación del museo se debe, entre otros, a Vicente Albarranch; las piezas
recibidas, por generosidad de amigos y simpatizantes, se almacenaba en la casa
de Albarranch, y así consta en las Actas municipales, a la espera de
rehabilitar la prisión preventiva que era el edificio destinado para sede del
museo. De esta manera nació una “Comissió del Museu de Granollers i del Vallès
Oriental”. Al mismo tiempo se creó una comisión para redactar el
correspondiente inventario. El Gobierno de la Generalitat de Catalunya conocía
estas actividades y respaldaba el proyecto, el pintor había recibido una carta
oficial comunicándole que el Plan General de Museos de Catalunya contemplaría
la creación del “Museu del Vallès Oriental a Granollers”. Él fue uno de los más
activos, el dato es importante porque cuatro o cinco años después cuando
acompañó a los milicianos en el requisamiento de obras de arte, su misión y su
conciencia fue protegerlas y almacenarlas para el museo, gracias a él muchas obras
se salvaron de la destrucción; las que fueron reclamadas por los propietarios
se devolvieron, las que no, permanecieron en el museo. En Barcelona su amigo el
periodista Carles Costas escribió un artículo (El Diluvio, Barcelona 10 febrero 1934), donde
ensalzaba su cualidad de artista y la preocupación que manifestaba por la
conservación de obras de arte, con el fin de lograr una exhibición digna de las
mismas. El museo aún tardaría en abrir las puertas, se inauguró en 1946 durante
la Festa Major. Vicente Albarranch empezó a exponer con cierta regularidad en
pueblos de la comarca y en Barcelona y Madrid. Siempre las críticas fueron
favorables, y en Barcelona calificaron su pintura de “encendido lirismo”, sólo
en una ocasión, lo veremos enseguida, no tuvo de cara a la crítica, al
considerarlo un pintor de derechas. En pocos años progresó extraordinariamente
y Granollers se felicitaba por los éxitos que iba cosechando en Madrid,
Barcelona y Valencia. Tal como hizo su paisano, Francisco Rodríguez Sánchez
Clement, concursó en las exposiciones oficiales o semioficiales de ámbito
nacional. Fue a las más importantes en el período que quedaba entre 1932 y la
guerra civil; siempre sus paisajes fueron elogiados; y sus pinturas de
inmediato ilustraron los comentarios o las citas de los periódicos. En estos
eventos coincidió con otros pintores, tales: Puig Perucho, Rigoberto Soler,
Serra Farnés, Vidal Rolland, Timoteo Pérez Rubio, Genaro Lahuerta, Juan
Bautista Porcar, Vila-Puig, García Carrilero y Rodríguez-Puig. Incluso
comparaciones entre ellos, pues el Heraldo de Madrid se entusiasma por él más que por el
castellonense J. B. Porcar, si bien no era éste el criterio de Ahora que cree que los paisajes de Porcar
son los mejores, aunque no desmerecía los paisajes de Albarranch. Carles Costas
decía de Albarranch que era un gran paisajista “mágico intérprete del árbol”,
porque sentía la Naturaleza y al mismo tiempo hacía sentirla a los demás.
Albarranch siempre tuvo buenas críticas, sus paisajes sinceros, de color puro y
tonalidades luminosas, gustaron desde un primer momento; figuraba entre los
paisajistas catalanes, los cuales durante aquellos años eran muy admirados por
su singular aportación de modernidad. 1933: en la Exposición
de Primavera en
Barcelona, uno de los cuadros presentados, La verneda d´en Fortuny,
fue comprado por el Ayuntamiento de Granollers por un valor de 2.500 pesetas,
su nombre fue destacado en la prensa barcelonesa. En el XIII
Salón de Otoño de
Madrid fue nominado Socio de Mérito; en este Salón participó la vanguardia
española, y si bien su arte fue tolerado, no fue comprendido por determinada
prensa madrileña, la misma, precisamente, que defendió los paisajes de
Albarranch. La vanguardia se presentó como “Grupo de artistas de Arte
Constructivo”, lo formaban pintores y escultores: Torres García, Benjamín
Palencia, Rodríguez Luna, Moreno Villa, Ortiz, Mateos, Maruja Mallo, Alberto,
Díaz Yepes y González. 1934: en la Exposición Nacional de Bellas Artes,
fue destacado entre los paisajistas y alguien reclamó una recompensa, que no
tuvo; sobre la cuestión el crítico valenciano Guillot Carratalá alude a un
posible boicot del pintor López Mezquita que era de vocal del jurado. En fin
pequeños éxitos que va acumulando desde su primera salida a Madrid; el crítico Emiliano
M. Aguilera le llega a reconocer el mismo nivel que otros pintores catalanes
más conocidos como Puig Perucho o Vila Puig. El crítico José Mª Marañón lo
sitúa entre los buenos paisajistas catalanes, “los catalanes, como siempre. Es
cosa ya tradicional: tienen estilo y escuela: Meifren, Vila Puig, Rodríguez
Puig, Puig Perucho, Albarranch, Solva” (Heraldo
de Madrid, 27 junio 1934). Estuvo en la I
Exposició Oficial d´Art del
Ayuntamiento de Granollers durante la Festa Major. Al XIV
Salón de Otoño, fue afiliado al grupo de los paisajistas
catalanes, igual que Porcar; su paisano Rodríguez S. Clement también participó.
En el periódicoCrónica estaban encantados con los bodegones
de la exposición y no gustaban del arte contemporáneo, de esa vanguardia que había
fracasado; destacaron a Albarranch, junto a Rodríguez Puig, Margarita Frau,
Moisés y Masriera. 1935: cosechó buenas críticas por la exposición
colectiva en la Sala Busquets de Barcelona con el grupo Art Vivent,
una de las pinturas, Restos
de invierno, en el Ayuntamiento de Elche, atrajo la atención de los
periódicos, entre ellos La Vanguardia. En
la Exposición de Primavera fue nombrado Socio de Honor. Según los
críticos, Manuel Abril y Gil Fillol, esta exposición no tuvo la calidad
suficiente ni una buena organización, y para ellos se salvaban los pintores:
Albarranch, Porcar, Zubiaurre, Pantorba, Vila Puig, Segura y Velasco; en el
periódico Ahora (31 mayo 1935) se reprodujo el cuadro Entre
palmeras del
Ayuntamiento de Elche. De las tres pinturas, Camino de Sacramento, Cercanías
de la fuente,Estío
de Granollers, enviadas al XV Salón de Otoño, el
crítico Gil Fillol escribió “Tenemos vistas muchas obras de Vicente Albarranch;
pero, tal vez, sean estas del Salón de Otoño las que mejor reflejan su estilo
nervioso y franco de pintor de paisajes” (Ahora,
Madrid, 24 octubre 1935). Vuelve a la Exposición de Primavera en Barcelona, como anécdota diré que
al pintor se le ve el día de la inauguración detrás del Presidente de la
Generalitat, senyor Companys (La
Humanitat, Barcelona 20 maig 1934). Por las mismas fechas se
celebraba la Exposición de Nacional de Bellas Artes en Madrid que permaneció abierta
solamente catorce días dado el inminente comienzo de la guerra, que obligó a
cerrar; fue inaugurada por el Presidente de la República, Manuel Azaña, era
entonces ministro de Instrucción Pública, Francisco Barnés Salinas; presidía el
Jurado el escultor Aniceto Marinas; en la Sección de Grabados estaba Emiliano
M. Aguilera, uno de los primeros en interesarse y escribir sobre el pintor.
Llevó Feria en Granollers y Luz
de invierno, dos obras que muestran el momento de madurez en el que
se encontraba. 1932: su primera exposición individual la hizo en el Heraldo
de Madrid, en el salón del diario vespertino, Heraldo
de Madrid, y los comienzos no pudieron ser más prometedores; este
periódico se portó siempre admirablemente con Albarranch. Expuso sesenta y un
paisajes casi todos del Vallès Oriental, el resto, de la costa catalana y
paisajes de Elche. El éxito de crítica fue grande, no dejaron indiferentes sus
paisajes. En Madrid se le relaciona con paisajismo catalán, y sobre todo con Joaquín Mir; la
prensa madrileña coincidía en resaltar la gran tradición catalana por el
paisaje. Se le adscribe al contexto catalán y él se sentía a gusto en ese
lugar, pero constantemente tuvo presente su tierra ilicitana, nunca hizo una
exposición individual sin que dejara de incluir un paisaje de Elche. En su Álbum
Personal, al lado de su auto caricatura están juntos los escudos,
de Elche y de Granollers. En el Heraldo de Madrid (29 de noviembre de 1932) leemos “ante
los apuntes de montes, valles, árboles, de su paisaje familiar, se revela como
cualidad sobresaliente la fundamental en un paisajista, un intenso amor a la
Naturaleza y el afortunado estudio de la bella arquitectura de los bosques y de
cada árbol con su individualidad diferenciada”, también dice que está “un poco
vencido hacia la derecha; algo alejado de la corriente actual del arte, de su
extrema vanguardia”, más parece un elogio que una censura, pues lo califica de
“paisajista independiente”. Una posición adversa fue la de El
Sol (24 de noviembre
de 1932) “en el conjunto de sus paisajes se percibe que Vicente Albarranch es
lo que pudiéramos llamar sin exagerar nada un pintor de derechas, de derechas
artísticas se entiende, para quien la pintura se ha detenido hace mucho tiempo
en ciertas fórmulas y en ciertos gestos”. De regreso, sus amigos prepararon
otra cena homenaje en el Hotel Europa, están alegres, para ellos el pueblo ha
adquirido un inesperado protagonismo de la mano de Albarranch. Asistieron
alrededor de sesenta personas entre ellas diversas y muy variadas
representaciones de entidades culturales, se recibieron adhesiones de Madrid y
de Elche. Albarranch acabó brindando: “¡Viva Granollers¡, ¡Viva
Elche¡”. 1933: su segunda exposición individual fue en el Casino de Granollers, en el catálogo se decía
“Una colla d´amics de les arts i d´admiradors de l´obra pictòrica del ja avui
nostre Vicens Albarranch”. Presentó treinta y tres obras, todas ellas con temas
de Granollers y de la costa catalana, excepto un paisaje de Elche. Querido por
todos ya se pedía el nombramiento de Hijo Adoptivo, ensalzando sus cualidades
humanas y su amor por el arte, “Els entusiastes a aquest art, per humils que
siguin, sempre troben en ell un amic, un col.laborador i un mestre que els
aconsella i que els dirigeix en els primers passos d´aquesta art dificil. En el
seu cor de ver artista hi tenen cabuda tots els sentiments nobles; el seu afany
és no tenir enemics, ni enemistats sisquera; tot ho deixa i tot ho donaria per
l´art” (Terra Vallesana, 5
novembre 1933). Palabras que aún las suscribiría cualquier persona de
Granollers que conoció al pintor, porque tuvo bondad y amistad para todos. Es
de destacar la acogida de este pueblo hacia un artista no nacido catalán. Sin
embargo, acabada la Guerra Civil, una denuncia contra su persona, a todas luces
injusta, hizo que el pintor fuera encarcelado. Este desgraciado acontecimiento
tuvo sus antecedentes, a buen seguro su actividad política, pues para un hombre
como él, inquieto y preocupado por la cultura no fue extraño verle de concejal
en 1934. 1936: su tercera exposición individual la hizo en l´Orfeó;
de ambas instituciones fue socio. Presentó veinte cuadros, todos ellos con
temas de Granollers, menos uno que titulaba Elche. Se editó un sencillo
catálogo con prólogo de Francesc Pujols, en la portada figuraba una bellísima
pintura, Domingo de Ramos que se encuentra en el Ayuntamiento de
Granollers. Quería Albarranch que su exposición fuera un pequeño homenaje al
pueblo que lo había acogido: “l´Homenatge del Pintor a la ciutat de Granollers,
la seva mare adoptiva”, así figuraba en una de las páginas interiores del
catálogo. La inauguración, el 2 de febrero, contó con representación oficial de
la localidad. El día 16 hubo elecciones municipales, Vicente Albarranch está
nuevamente en el equipo de concejales (Actas
Municipales, 17 febrer 1936); Durante los días 20 y 21 de junio de
1936 se organizó en el Orfeó una festa de simpatia en homenaje a Vicente Albarranch, y a
Josep Mª Ruera, conocido músico y compositor que dirigía la Escuela Municipal
de Música; Vicente Albarranch estaba disfrutando de sus mejores momentos
personales y profesionales, situación que no tardaría en cambiar al comenzar la
guerra civil. Durante los meses de mayo a septiembre su actividad artística y
expositiva seguía constante; nadie era ajeno a la tensión política pero
aparentemente la normalidad seguía su curso. Luego en cuestión de meses, y como
un torrente inesperado, los acontecimientos se precipitaron produciéndose una
serie de hechos desafortunados que minaron su resistencia. En La
Gralla (18 diciembre
1932) también se reflejó aquella curiosa polémica entre el paisaje admirado
frente a la vanguardia que no se entiende, “estudió el alma clásica, más que el
modernismo insensato, y con este espíritu, deseoso de hacer una personalidad
estética, construyó bajo una tendencia nueva, esos paisajes absorbentes,
belleza natural”, está escrito por José Guillot Carratalá, el cual se ocupó
después con más extensión de la obra del pintor y reivindicó su tradición
pictórica, su “valencianía”. Efectivamente este crítico tuvo un interés
extraordinario en atraer a Vicente Albarranch al contexto valenciano
“valenciano de casta Albarranch honra a su familia de artistas ilicitanos”;
Guillot Carratalá siempre ponía ese acento engolado, retórico hasta el
aburrimiento: “tierra de artistas es Valencia (que) hace surgir en placer de
dioses esa legión meridional de artistas que la providencia divina ha creado
para admiración del mundo” (Trazos,
Madrid, nº 1, mayo 1934, revista) casi siempre escribía en este tono.
Observemos esta otra cita “el pintor ilustre Vicente Albarranch, que la
efemérides ha de otorgarle inmortal memoria en su nativa tierra, Elche, blanca
luz meridional precursora de la alta y luminosa luz, gasta sus ojos enfocados
sobre el yunque del trabajo fogueado” (A.C.G.,
La Coruña, octubre 1934). Si en algún momento la crítica madrileña y
barcelonesa lo ha relacionado con Mir, ahora según este crítico la mirada es
hacia Cézanne “conoce perfectamente que el arte de Valencia no pierde jamás ni
reniega de su original construcción pictórica” (Diario de Valencia, Valencia 3 mayo 1934). Pero a
pesar de ser uno más de esa “cuna de artistas” nadie se ha tomado la molestia
de organizar una exposición para ver realmente de qué va su pintura, su pintura
se conoce poco y por reproducciones por tanto se carece de suficiente análisis
para apreciarla. Por eso su participación en la II
Exposición Regional de
Bellas Artes de Valencia fue un buen principio pues le dieron una Mención
Honorífica, aunque se le mencionó poco en la prensa, salvo Guillot Carratalá
que hace largos comentarios, y Manaut Nogués; y en la III
Exposición Regional tuvo
una Segunda Medalla, porCercanías
de la fuente y Camino
de Sacramento, esta última pintura muy alabada, “de las mejores de
la Exposición” (El Mercantil Valenciano,
30 julio 1935); otros dos pintores valencianos ya conocidos, Enrique García
Carrilero y Juan Bautista Porcar, obtuvieron Primera Medalla. Sus cuadros se
reprodujeron en Ribalta, revista
que en Valencia era calificada como “la más artística entre las valencianas y
la más valenciana entre las artísticas”, y Guillot Carratalá, de pluma fácil al
preciosismo decía “Albarranch tiene su heraldo cuajado de honores, como pudiese
tener una princesa el collar de esmeraldas” (El
Ilicitano, Elche 4 agosto 1935). Intensificó cada vez más las
relaciones con Valencia, principalmente a través de la revista Ribalta.
Conoció al escultor y crítico de arte, José Mª Bayarri, que dirigía dicha
revista. Bayarri fue Catedrático de Escultura en la Escuela Superior de Bellas
Artes de San Carlos y en 1936 publicó el primer libro sobre el pintor, Albarranch.
Artistes Valencians, cuya edición original conservo gracias al
generoso regalo de otro artista Casto Mendiola. Esta breve monografía es
particularmente interesante para nosotros porque cita a sus primeros maestros:
“los Pérez, Rodríguez Clement, Mariano Antón y Jaime Lafuente”, pintores que ya
hemos visto contribuyeron a crear el contexto pictórico del Elche decimonónico,
y Albarranch, es claro, le dijo a Bayarri los pintores que admiraba de su
ciudad. Relata sus viajes, y sus influencias, la impresión de Marruecos,
El Greco en Toledo, Velázquez y Goya en el Museo del Prado, Sorolla en Madrid y
Valencia, y en Cataluña, Puig Perucho y Anglada Camarasa; finalmente los
pintores impresionistas que conoció en su viaje de París. Considera al pintor
dentro de la órbita del sorollismo propio de los pintores valencianos, aunque
de verdad es un pintor independiente, de los más personales. Bayarri además
establece tres estilos en su pintura: a), un sentimiento poético y clásico del
paisaje, en La verneda d´en Fortuny y Camino del bosque;
b), fase impresionista, pinta del natural lo que se le ofrece espontáneamente a
sus ojos en Feria en Granollers,Luz de invierno y Estío; c),
parquedad en la representación, simplicidad de factura, en Reposo, Playa
desierta y Ilice
Augusta. Las relaciones con Elche no se interrumpieron nunca, pues
viajó a su ciudad con frecuencia, sobre todo en la última etapa de su vida. En
uno de esos viajes le acompañó su amigo el periodista Carles Costas Álvarez,
que escribió un artículo dedicado así: “Elche la bella”, entusiasmado con su
paisaje y comprendiendo perfectamente el interés de los ciudadanos por la
conservación de los huertos de palmeras. Es la época, recordemos, que se
declara al Palmeral de Elche de Interés Nacional; Vicente Albarranch también
contribuyó con su opinión a mantener este paisaje tan singular, como estaba
haciendo con gran derroche de energía Pedro Ibarra, fue nombrado “palmerer”,
distinción honorífica sin vigencia en la actualidad. Con Carles Costas y el
pintor Rodríguez Clement se acercaron a la hacienda del Duque de Béjar, el
aristócrata, hombre sencillo y afable, les enseñó a placer su casa y todo lo
que en ella iba coleccionando; al periodista le impresionó la afabilidad del
Duque que procedía por línea materna de San Francisco de Borja, según les
indicó en su árbol genealógico, y al mismo tiempo su pasión por el
arte. La prensa ilicitana se ocupó de su paisano, el semanario Elchefue
el que mayor atención le prestó, y después El Ilicitano. Pero
las citas se dirigen más al panegírico que a un análisis crítico, cosa lógica
por otra parte puesto que su pintura no se conocía. Planeaba el premio de 1928, Nubes,
pero al margen de alguna reproducción de su pintura y la alabanza de que era un
gran pintor, las cosas no iban a más. Se insiste en hacerle un homenaje sobre
todo después de aquél que le hicieron en Granollers por la exposición del Heraldo;
se confiaba en organizar una exposición con el patrocinio del Ayuntamiento,
pero en vida de Albarranch no ocurrió nada de todo eso. Para las fiestas de
1935 le encargaron el diseño del sello de correos que circularía en la
correspondencia oficial; el sello se imprimió en Valencia y representa la Nit
de l´Albà, con l silueta del conocido fuego artificial inventado por su padre,
la famosa palmera, goteando
su luz artificial por encima de la basílica de Santa María. El primer
reconocimiento oficial vino ese año nombrándole Hijo Ilustre de la ciudad, era
alcalde Joaquín Santo García (Acta,
14 agosto 1935); para Albarranch que sintió el acto muy especial, quiso que le
acompañaran diversos amigos de Granollers, entre ellos el alcalde Artur Gasset,
el periodista Carles Costas y el pintor Montagud, todos tuvieron ocasión de
asistir al Misteri y a algún acto en su honor. El pintor
había contagiado a sus amigos catalanes su fervor por las fiestas de la Virgen
de la Asunción incluyendo la famosa Nit de l´Albà; se
sabe que hizo gestiones ante la Generalitat catalana, para que subvencionara un
documental sobre El Misteri. Por
esos días se publicó en La Gralla (4 agosto 1935) un artículo dedicado a
Elche escrito por Albert Compte el cual quedó admirado del oasis ilicitano y
sugiere que en el Hort del Cura se dedique una palmera a la ciudad de
Granollers, y en recíproca correspondencia, en este pueblo se dedique una calle
a Elche. Y cada vez, estrecha más lazos con su ciudad natal. El
Ilicitano se hace eco
de sus recientes éxitos en las exposiciones de ámbito nacional y defienden que
viva en Elche, este semanario se enorgullecía de su independencia política y de
su defensa por los temas de la ciudad. Tuvo una excelente oportunidad de
quedarse en su ciudad al optar en 1935 por la plaza vacante de director de la
Escuela Municipal de Dibujo. Tuvo en su contra que al ser plaza oficial le
pedían certificación académica, respecto a este requisito el pintor escribió
una carta justificando su falta de estudios académicos: “No tengo los
certificados de aptitud que se me piden, porque no he tenido medios y he
formado mi carrera en las horas de descanso, luchando con la pereza he tenido
que batallar para ganarme el sustento robando las horas al descanso para dar
nombre en el mundo artístico a mi Elche y lo he logrado a cambio de salud y de
reposo”. Esta carta manuscrita a tinta estaba en la colección de su sobrina
Vicenta Albarranch. Aprovecha para hacer una acalorada defensa de la
Naturaleza, muy en consonancia con su autodidactismo, reconociéndole valores
superiores frente a la academia, que puede arrastrar “vicios” y “lastres”,
consiguiendo sólo “frutos de mediocridad”, reconociendo que en la naturaleza
tuvo su mejor enseñanza y que lo que ella da “competencia y sensibilidad” no lo
da la academia. No está claro si llegó a competir con Sánchez Clement, el cual
ya sabemos que sí ganó la plaza. Es difícil valorar ahora las consecuencias de
este rechazo. Quién sabe, a lo mejor se hubieran evitado los males que le
sobrevinieron posteriormente y que acabaron llevándolo a la cárcel ya muy
enfermo. Por otro lado, su magisterio se hubiera dejado sentir en las nuevas
generaciones ilicitanas. Los dos últimos años de la República fueron muy
activos, trabajaba intensamente y sus paisajes ofrecen más complejas
perspectivas, sin lugar a dudas es el momento de su madurez profesional; sigue
concurriendo a los concursos oficiales donde es premiado y se abre camino con
las exposiciones privadas. Las críticas abundan y es destacado por sus
paisajes, los cuales en alguna ocasión se han relacionado dentro de la órbita
de Joaquín Mir. En la Gaceta de Bellas Artesde
septiembre de 1935 aparece el comentario de Emiliano M. Aguilera, crítico que
siguió sus primeros pasos de Albarranch desde la exposición individual en el
Heraldo; recuerda cuando lo conoció tres años antes y lo que le gustaron sus
cuadros, también señala su carácter sencillo y modesto, “Su personalidad se
afirma y reafirma así, gracias a estas luchas. Y así su sano impresionismo,
carente de lastre retórico, es tanto más simpático, tanto más interesante,
tanto más valioso”. Un escrito mecanografiado del crítico José Prados López,
uno de los impulsores de la Asociación de Pintores y Escultores, en el que
califica al pintor de maestro del paisaje, dice “ya que él con sus cuadros
proporciona a las almas entristecidas por estas horas de lucha fratricida, las
espumas de alegría espiritual que saltan en su obra”, es de 1939. En las
elecciones municipales de 1934 ganó el “Front Popular d´Esquerres” con 3.788
votos, y el “Front Català d´Ordre” obtuvo 1.921 votos; Vicente Albarranch entra
en el nuevo equipo de concejales en representación del Partido Torrista Radical
(Actas Municipales 1 de febrer 1934, Ayuntamiento de
Granollers), y como no podía ser menos se le asignó la delegación de Cultura;
pero en el mes de octubre, ya no está en la lista de ediles. No obstante todo
parece apuntar que su participación política fue muy efímera, pues apenas al
año de su nombramiento, presentó una carta de dimisión basándose en la
imposibilidad de realizar algo provechoso dados los “prejudicis politics dins
l´Ayuntament” pero la dimisión no le fue aceptada. Luego no aparece en las
sucesivas sesiones municipales que se celebraron, tal como se comprueba en las
actas. En realidad poco se sabe de su actividad política en activo que sería
muy escasa; lo más llamativo es la carencia de datos sobre su posible
militancia en el Partido Torrista Radical. Bien curioso es que en 1936 figure
en el nuevo equipo de gobierno municipal (Actas
Municipales, 17 febrer 1936). Definitivamente si hay algo claro en
la vida de Albarranch, esto es su dedicación a la pintura. En la revista
oficial de la Festa Major de 1935 se reproduce una de las obras más
interesantes del pintor, Feria en Granollers,
hay en esta pintura una madurez de ejecución que apuntan el final de un ciclo y
el inicio de otro con dominio de amplias perspectivas, ciertamente el trabajo
de esta época marca un punto de inflexión en su trayectoria pues la composición
va ganando en profundidad y el cromatismo se enriquece con gamas más sutiles.
Si comenzó con primeros planos trazados en horizontal y en vertical, ahora se
aprecia el dominio de los dos ejes conjugados con más complejidad y con pleno
dominio de la técnica. Está contento y lleno de proyectos. Va haciéndose un
nombre entre los paisajistas y su característica más reconocida por todos es su
disposición franca de sentir la naturaleza. Su auto didactismo respeta el
clasicismo, y su independencia se basa en objetivar la naturaleza como la
percibe. Sus paisajes están llenos de vida porque no se presta al oficio fácil
de imitar. El arte es una disciplina que nos llega a través del corazón pero
sin el mecanismo de la razón no habría vía posible para establecer otras
vinculaciones profundas, creativas. Y con la guerra civil provocada en el mes
de julio comenzó el absurdo; para Vicente Albarranch significó finalmente la
prisión y la muerte. El radicalismo marcó esta guerra que como todas en
definitiva, anegó de miseria y penuria familias enteras. En la zona republicana
uno de los objetivos más anhelados fue la defensa de la cultura. Durante los
primeros meses se siguió con el proyecto del museo, y con disciplina se
registraba el patrimonio recogido, el cual se guardaba en la antigua prisión y
en el Orfeó, se protegía así su integridad física. Albarranch acabó en la
cárcel, enfermo y cansado. El origen de su infortunio podría remontarse cuando
acompañó a los grupos de milicianos que ocupaban las fincas abandonadas de la
comarca. Precisamente la intención del pintor era recuperar aquellas pinturas y
objetos de valor expoliados para que pasaran al patrimonio del museo; no se
olvide que fue comisionado por el Servicio del Patrimonio Artístico e Histórico
de la Generalitat para incautar y requisar objetos artísticos y antigüedades,
en este aspecto él cumplía con su deber. Este cuidado en preservar la obra aún
se recordaba por algunas personas de Granollers, que reconocían que gracias a
Vicente Albarranch se salvaron bastantes pinturas de las iglesias y de
particulares, pues en todo momento evitó que se destruyeran. Por entonces era
director del Museo Comarcal y delegado de Cultura de la Generalitat. Según me
contó Hilari Brugarolas cuando los milicianos asaltaron la parroquia de
Granollers, Albarranch se opuso tajantemente a su quema, por tal motivo fue
amenazado y encañonado puesto ante la pared. La iglesia se destruyó pudiéndose
salvar una parte de la torre-campanario; meses más tarde pintó Destrucción
de la parroquia, la única pintura realmente triste que salió de su
mano. Este mismo verano de 1937 marchó a Elche con su mujer Isabel y su hija
Maribel, los pulmones los tenía muy débiles y necesitaba descansar. Salió sin
ningún bien personal, incluso el coche lo dejó en Granollers. En Elche residió
en la casa paterna. Pintó con frecuencia el huerto familiar donde están su
mujer, su hija, su madre y su sobrinita Vicenta, en un ambiente doméstico de tranquilidad
y paz hogareña, un legado irrepetible. Nuevos alumnos se acercaron al pintor,
como José Cañizares Botella, Jerónimo Martínez y Dolores Sánchez. Y
precisamente en esta última etapa de su vida, con toda la situación política
tan adversa, realiza una pintura de sutiles cromatismos destacando sobremanera
un color fuerte y atrevido radiante de intensidad; la pincelada, sabiamente
empastada, se transforma en luz dorada para los troncos de palmeras o en
amarillo naranja para la tierra. Pocas noticias artísticas tenemos del
Elche de esta época; en un concurso de dibujo en 1938 formó parte del jurado
junto a Francisco Rodríguez Sánchez Clement, y en el mes de junio se
inauguraron las Escuelas Pablo Iglesias fundadas por la Agrupación Socialista
Obrera de Elche, Albarranch fue recibido con afectuosas palabras. Para finales
de año se celebró una nueva Competición de Otoño en Barcelona, organizada por la
Dirección General de Bellas Artes en el Casal de la Cultura de la Plaza de
Cataluña; llevó un pequeño paisaje Nota (Granollers) de poca entidad para la categoría de
esta clase de concursos. Esa participación tan pobre parecía presagiar la
compleja situación en la que se iba a ver envuelto, principio y fin de toda una
absurda paradoja. Efectivamente, según documentación, hay una orden de
detención contra el pintor por desafecto al Gobierno Republicano, probablemente
por su traslado a Elche, pero no fue detenido al refutarse la “Orden” (Diligencias Previas, nº 168,
Capitanía General de la 4ª Región Militar, Barcelona); la gran paradoja es que,
en el verano de 1939, acusado desde el Gobierno Franquista, ingresó en la
cárcel de Alicante. Y aunque no está claro, todo apunta a que una acusación
personal procedente de Granollers fue el motivo de su encarcelamiento; pudo
pesar su participación, como delegado de la Generalitat catalana, en el
requisamiento de obras de arte, pero que definitivamente está comprobado que
él, y otros más, lo utilizó para la colección del Museo y además protegió
incluso con su propia vida su protección. Curiosamente en el Dossier de la prisión de Alicante no aparece
el motivo de su detención. Indudablemente nada tenía que ver Albarranch con
robos y fechorías, su generosidad de siempre había sido notoriamente pública;
no se comprende este encarnizamiento en un hombre bueno y enfermo. El 5 de
julio fue ingresado en el Reformatorio de Adultos de Alicante. Otros pintores
habían sido detenidos: Emilio Varela, Gastón Castelló, González Santana y
Melchor Aracil, si bien todos ellos salieron posteriormente. Los pulmones los
tenía delicados por eso fue trasladado varias veces al hospital de José
Antonio. El pintor alicantino González Santana dibujó a Vicente Albarranch
sentado en su catre, apoyando el brazo en una maleta y en otro está tumbado muy
desmejorado. Su mujer Isabel hizo cuanto pudo para esclarecer los hechos pero
el miedo y la impotencia no obraban a favor, por tanto no pudo recabar mucha
ayuda. El pintor Gastón Castelló, que lo recordaba muy bien, me relató que
estaba enfermo pero ilusionado porque podría salir; la familia no podía creer
que hubiera cargos contra él, como efectivamente no los había, sin embargo
fueron a registrar a casa de los padres. Naturalmente no encontraron nada.
Gravemente enfermo, muere el 16 de agosto. Dos meses antes había recibido una
fotografía dedicada (colección Ayuntamiento de Elche), en la que están su
mujer, su hija y su sobrinita Vicenta: ”A los 11 meses de nuestra separación te
dedican este pequeño recuerdo, junio 3 - 1940, Maribel - Isabel”. No puedo evitar
establecer un paralelismo de sinsabores políticos entre Vicente Albarranch y
Aureliano Ibarra, ambos de temperamento sincero y preocupación social; y luego
la tradición que nos dice que estando presos, quisieron ver a su querido Elche
desde lejos, Aureliano lo cuenta en su Diario de prisión,
y de Albarranch lo cuentan sus compañeros: deseaba ver los fuegos de la Nit de
l´Albà, (entre Elche y Alicante hay aproximadamente veinte kilómetros). Uno de
los párrafos de la presentación del catálogo de la exposición de l´ Orfeó de
1936 describía así su pintura, “L´art de l´Albarranch, surt de la naturalesa i
canta no més que la naturalesa”. Su pintura se caracteriza por una pincelada
empastada de vivo cromatismo, aplicando los colores básicos, rojos y azules en
pinceladas sueltas, y amarillos naranja que le permiten dar una luminosidad
intensa. Con esta expresividad tonal supo captar la fecundidad y la fuerza de
la naturaleza. En algunas pinturas depuró tanto la variante del amarillo que el
paisaje se convierte casi en una abstracción; “formidable colorista” es el
elogio que le había dedicado su amigo el pintor Francesc Serra en 1930. Se
dedicó siempre al paisaje de tierra adentro, de suaves colinas, un paisaje
mediterráneo; algo hizo sobre la costa marítima, retratos y caricaturas, y otro
tipo de composición, pero, fundamentalmente fue paisajista. El dibujo a lápiz
lo cultivó siempre, llevaba un pequeño cuaderno donde hacía apuntes de paisajes
y casas, asimismo como se dijo al principio hizo caricaturas, ilustraciones con
figuras femeninas y los retratos de su mujer y su hija; hay que resaltar que su
trabajo más antiguo es justamente un dibujo cuando tenía trece años, cuyo tema
irónico sorprende: un joven dando una patada al balón arranca la cabeza de otro
joven que está sentado. De la exposición en l´Orfeó en 1936 destacaré, por
interesante y curiosa, la noticia de un periódico de Barcelona que señalaba que
el artista presentaba además unas pequeñas esculturas en barro (El Diluvio, 16
febrero 1936). Dato que no se ha podido comprobar pues no se menciona esta
actividad ni en el catálogo ni en la prensa granollerí. Pero en su estudio
habían figuritas de barro. Hizo una Falla que construyó hacia 1935 y se instaló
en la Plaza de Pau Casals. Y luego mencionar la talla en madera del santo
Pascual en 1939 por
encargo de las monjas de la Caridad de Elche, fue un encargo muy especial el de
estas monjas del Asilo, pues la imagen, venerada en una capilla de la iglesia,
había sido destruida. Cuando el pintor finalizó la talla, la parroquia de San
José se opuso a que se venerara esta imagen hecha por un
rojo, así que se decidió hacer otro santo. Previamente había hecho
un dibujo de la figura iconográfica del santo, interesante la expresividad de
los ojo
s con trazos de lápiz negro.
s con trazos de lápiz negro.
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